Si no estamos lo bastante preparados para resistir a sus ataques, le dejamos actuar en nosotros, afectar nuestro comportamiento, debilitándonos aún más ante él (circulo vicioso). Existe un gran abanico de medios para relajar las tensiones (masaje, actividad física…) cada uno teniendo más o menos efecto.
Pero “Más vale prevenir que curar” dice el refrán, así que debemos actuar para impedir que el estrés nos afecte, adoptando las medidas adecuadas para que no tenga poder sobre nosotros.salvo casos muy concretos, el hecho que el estrés nos afecte se debe siempre al poco control que tenemos sobre nuestra mente y nuestras emociones, o a una forma equivocada que tenemos de abordar los eventos. Pero no debemos olvidar nuestro cuerpo, cuya influencia sobre la mente es importante. Por lo tanto, el primer paso que tenemos que dar en nuestra lucha es cuidar nuestro cuerpo adoptando buenos hábitos de vida.
El CUERPO
Para tener un cuerpo sano, es imprescindible cuidar todos los componentes necesarios a su buen funcionamiento: La alimentación juega un papel esencial en la vida y, consecuentemente, en la lucha contra el estrés. Existe una larga lista de alimentos que crean un terreno favorable para el desarrollo del estrés (las comidas pesadas, los alimentos ricos en proteínas, los azucares, las grasas, el café, el té, las sodas, el alcohol…). En cambio, las frutas, las verduras, los cereales, los vegetales y sobre todo el consumo re-gular de agua permite abordar mejor el estrés.
La Postura
La postura que adoptamos refleja nuestro estado de animo pero también influye sobre él. Las personas estresadas tienden a apretar los dientes, cruzar los brazos o las piernas, levantar los hombros, hundirse sobre ellas mismas. Una postura hundida (hombros caídos, espalda redonda, mirada hacia el suelo) impide respirar correctamente y aumenta el estrés. Adoptar una postura adecuada alivia instantáneamente las tensiones corporales e influye en nuestra actitud mental. La cabeza recta (deberíamos poder soportar un libro encima sin que éste se cayese). Los hombros hacia atrás y relajados. La espalda siempre recta; Tenemos que imaginar que tenemos la parte superior del cráneo atada a una cuerda que nos tira hacia arriba sin que podamos mover las caderas Se produce un estiramiento lineal que nos permite respirar mejor, descomprime nuestros discos intervertebrales, relaja las tensiones y nos induce una actitud positiva.
La Respiración
La respiración tiene una función fisiológica (manda oxígeno a nuestras células) y una función física (al inspirar, nuestros pulmones se expanden, ejercen un masaje sobre los órganos internos, descomprimen las vértebras). Pero tiene también otra función de suma importancia: La respiración nos proporciona energía. Los que practican Yoga, TaiChi, Chikung, ejercicios de respiración, ejercicio físico, meditación, o, simplemente paseos al aire libre, han sentido en varias ocasiones la energía proporcionada por una inspiración profunda. Todos tenemos que prestar una especial atención a nuestra respiración a través de la práctica de la respiración consciente.
El Sueño
El cansancio nos debilita, y, por lo tanto, nos deja más frágiles ante el estrés. El sueño tiene que ser lo suficientemente largo y relajante para que el cuerpo y la mente puedan descansar. Recomendamos orientar la cama con la cabeza hacia el este, y dormir sobre una cama no lo demasiado blanda.
Ejercicio Físico
El ejercicio físico no sólo permite eliminar las tensiones sino que aumenta nuestro potencial energético.
Para un máximo provecho, elegir una actividad al aire libre, no violenta, en la cual entren en juego el máximo de músculos y articulaciones.
Buena Higiene de Vida
Cualquier tipo de exceso ( alcohol, comida, ruido, sustancias químicas, trabajo, falta de sueño…) pone a prueba nuestro organismo, lo debilita, convertiéndole en una presa fácil para el estrés.
Una vida regular (respetando el reloj biológico) y sin exceso nos permite ser más fuertes físicamente y abordar mejor el estrés.
Pero la gran mayoría de los pro-blemas de estrés tienen su origen en nuestra mente y son debidos a una forma equivocada de pensar, de gestionar nuestro tiempo, de reaccionar ante los acontecimientos y de controlar nuestras emociones.
Para impedir que el estrés nos afecte, debemos adoptar una filosofía de vida adaptada a todas las situaciones, en acuerdo con nuestro temperamento. Una forma de pensar que nos permita mantener la calma en cualquier situación.